sábado, 27 de mayo de 2017

INFIEL A LA REALIDAD

Profundo y simple a la vez. Efiramente real. Así es como te siento. Te sigo por redes sociales y le doy a me gusta a todo lo que subes, imaginándome que estoy allí contigo, cenando en ese restaurante de moda de una ciudad que nunca he visitado. Y me cuentas tus problemas y les doy la vuelta. Acabamos riéndonos.

Leo cada comentario que dejas en Internet y con ellos moldeo tu personalidad, la hago complementaria a la mía para que no haya obstáculos entre nosotros.

A veces te mando un mensaje privado y me dejas en “leído”. Aparezco en tu muro de Facebook y, por alguna extraña conjunción de astros, clicks y pantallas emergentes, me compartes. Entonces, de pura emoción, me trago el chicle. Y tengo que encenderme un cigarro para celebrarlo.

Cambiaría mi reino de letras por ver como tus labios pronuncian mi nombre. Quizás lo han hecho ya, pero yo no lo he visto. O quizás desvarío. Cedería mis discos de rock por verte sentada en el banco de la plaza esperándome para ir a desayunar. Me repito tantas veces al día que te echo de menos, incluso sin llegar a conocerte, que transformo esa ilusión en real. Comenzaría a existir si tu pensaras en mí.

Imagino viajes al extranjero contigo, y ya forman parte de mis recuerdos. Son recuerdos tan densos y llenos de detalles que me hundo en ellos sin remedio. Y ya no puedo oír lo que pasa fuera de este océano que yo mismo inventé.

Placeres desconocidos en la relatividad de tu cama flotante alimentan mis noches de trabajo en la fábrica. Aumento al doble mis sueños lucidos imaginándome que tus ojos me siguen como los míos te siguen a ti, que no se pierden detalle alguno del desierto que habito temporalmente, hasta que llegues a mi vida y convirtamos esta tierra reservada para ti en un jardín.


Sueño que estas preparando un elaborado rompecabezas donde las piezas nos hagan encontrarnos de una vez. Si lees esto, tómatelo como una bengala lanzada sobre el cielo nocturno, estrella polar sobre fondo negro marcando el camino a seguir.


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